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Templos en Oaxaca, más allá de Santo Domingo El 8 de septiembre de 2020

Además de los monasterios, los paisajes que atraviesan estas carreteras son razón suficiente para explorar los Valles Centrales.

Llega un momento, alrededor de la cuarta
o quinta vez que se va a Oaxaca —porque, tras caer en su encanto, no se puede dejar de ir—, en que uno se anima a ir más allá de Mitla y Hierve el Agua por las carreteras de los Valles Centrales. Nombres como Yagul, San Martín Tilcajete y Xoxocotlán comienzan a aparecer en el itinerario del viaje. Uno se puede especializar y buscar no sólo un pueblo alfarero, sino el que trabaja el barro con una técnica y acabados específicos, o ir en busca de las notas de un mezcal silvestre de la sierra y no las del espadín del valle. Hay también un área poco explorada en los alrededores de Oaxaca: los templos y las parroquias dominicas, una ruta igual de bella que la de los monasterios en las faldas del Popocatépetl.

Además de los monasterios, los paisajes que atraviesan estas carreteras son razón suficiente para explorar los Valles Centrales.

Templo y ex convento de Santiago Apóstol de Cuilápam

Construido alrededor de 1530 por la orden dominica, los grandes espacios abiertos de este convento dejan claro cuál era la intención al construirlo: evangelizar a la mayor cantidad de gente posible. Lo que más llama la atención son los arcos de cantera verde, típica de la región, que se cuentan por decenas. Dato curioso, el nombre completo del pueblo, Cuilápam de Guerrero, se debe a que el general Vicente Guerrero fue encerrado en una de las celdas del ex convento, antes de ser fusilado en esa localidad.

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Templo y ex convento de Santiago Apóstol de Cuilápam.

Templo de San Jerónimo Tlacochahuaya

Para algunos, el estilo barroco de
las iglesias mexicanas es demasiado abarrotado. La bóveda de cañón de esta iglesia, construida por los dominicos a principios del siglo xvii, casi no tiene un espacio sin pinturas con motivos florales, que decoran el techo, las cúpulas y las paredes. A pesar de ello, no se siente como si se le viniera a uno encima, como el retablo de la Catedral de la Ciudad
de México. El tesoro de esta iglesia —a 30 minutos de la capital— es el órgano de 1739, con el que todavía se tocan conciertos en ocasiones especiales.templos en oaxaca

Templo de San Jerónimo Tlacochahuaya.

Parroquia de San Mateo Capulálpam

La carretera para llegar a Capulálpam
está llena de curvas que suben poco a poco por el bosque de la sierra norte de Oaxaca. Esta localidad es más conocida por su amplia oferta de ecoturismo, pero, escondida en el anonimato, esta discreta parroquia (inaugurada en 1731) cuenta con una colección de 14 retablos de madera que muestran la evolución del barroco entre el siglo xvii y el xviii; desde el más sencillo, el salomónico, hasta el atestado churrigueresco. Hay que aprovechar el viaje a la sierra para probar las truchas, famosas en la región.

Templo de Teotitlán del Valle

Si bien a Teotitlán se le conoce por sugran oferta de tejidos con tintes naturales y hechura artesanal, este pueblo también es un gran escenario para ver la Danzade la Pluma, una muestra del sincretismo entre la cultura indígena y la cristiana. Este espectáculo (que cierra la Guelaguetza)se puede ver en el atrio de la iglesia Preciosa Sangre de Cristo, construida a principios del siglo xvi. Si bien por afuera puede parecer la más sencilla de la ruta, por dentro los murales de la cúpula central son espectaculares. La recomendaciónes programar la visita para el segundo domingo de julio, mes en el que se celebra la fiesta patronal.

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Demostración de la Danza de la Pluma en el templo de Teotitlán del Valle.

Ex convento de Santo Domingo Yanhuitlán

A una hora y media del centro deOaxaca, esta edificación de cantera no pasa desapercibida en un viaje por la Carretera Internacional. Finalizado en 1575, es el convento más importante de la mixteca alta oaxaqueña (otras menciones importantes incluyen los de San Juan Bautista Coixtlahuaca o San Pedro y San Pablo Teposcolula). Su interior, fresco y de olor peculiar —como todo convento—, muestra lo que resta de sus murales, que desafortunadamente no están tan bien conservados.

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